Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera.
Mas no desotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado.
1.- Localización del texto
El poema propuesto es un soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los más grandes poetas del Barroco español (siglo XVII).
Vivió muy apegado a la Corte, lo que le valió cierta notoriedad social, pero también le llevó a sufrir caídas, cada vez que sus protectores perdían poder. Esto hizo que se viera condenado al destierro.
Al final de su vida, eligió voluntariamente el “exilio” social, lejos de la Corte y sus intrigas.
Cultivó todos los géneros literarios: narración, prosa política, teatro, poesía… pero destaca especialmente en esta última, con una enorme variedad de tratamientos: amorosa, crítica, satírica, burlesca, religiosa, moral, política, etc.
Su poesía satírica y burlesca circulaba por Madrid a gran velocidad, lo que le procuró una notable fama, pero también le hizo granjearse numerosos enemigos.
En la prosa de ficción, es de destacar su aportación a la novela picaresca, con la Vida del Buscón.
Sin duda es el máximo exponente del conceptismo, una de las dos corrientes de poesía culta que encontramos enfrentadas en el Barroco.
La lírica barroca supone de algún modo una continuidad y a la vez una reacción culta contra la poesía clara y natural del Renacimiento. Es, en efecto, una continuidad porque se inspira en los mismos temas (el amor, la vida, la muerte…), se sirve de los mismos recursos métricos y estilísticos (el endecasílabo, el soneto, las figuras retóricas…), recurre a los mismos tópicos (la fugacidad de la vida, las referencias clásicas, la mitología…), etc. Pero el Barroco todo lo deforma, lo exagera, lo intensifica, lo complica, lo oscurece… y así, la poesía, aun partiendo de los mismos elementos de base de la lírica renacentista, se aleja conscientemente de la sencillez de esta.
En la lírica del siglo XVII encontramos dos tendencias principales de poesía culta: el culteranismo y el conceptismo. Ambas buscan la oscuridad en las composiciones: la primera lo hace a través de una forma complicada, empleando una sintaxis retorcida, a veces ininteligible, y la segunda a través del contenido, en base a juegos de conceptos que a menudo resultan igualmente difíciles de entender. Vemos, pues, que si bien en principio pueden parecer dos corrientes antitéticas, en el fondo ambas persiguen la misma finalidad: crear una literatura de minorías, bella por lo extraño, por lo artificioso, por lo dificultoso de comprender, por el esfuerzo que requiere llegar a ella. Y los procedimientos no siempre resultan tan diferentes, pues si el culteranismo busca la ornamentación, la artificiosidad exterior, y el conceptismo se fija más en los conceptos, en el significado de las palabras, no es extraño que ambos procedimientos se entrecrucen en una misma composición, y es que el poeta barroco, en general, busca emplear un estilo complicado, lo más alejado posible del habla natural.
Por lo que se refiere al soneto que nos ocupa, hay que decir que constituye una muestra bastante representativa de la corriente conceptista.
El conceptismo se caracteriza por la concentración de un máximo de significado en un mínimo de forma. Juega constantemente con el sentido de las palabras, dentro de frases breves, lacónicas, ingeniosas, casi sentenciosas, para lo cual se sirve de recursos de condensación semántica, tales como la polisemia, la elipsis, la antítesis, la paradoja…
2.- Determinación del tema
En este soneto, el poeta expresa su voluntad decidida de que, incluso después de su muerte, su amor permanezca inalterable.
No sólo el título nos da la pista sobre el tema, sino que el propio contenido, a pesar de la oscuridad de algunos de sus conceptos, permite que el lector intuya, especialmente al llegar al último verso, la declaración de propósitos del poeta.
3.- Distribución de su estructura y resumen de su argumento
En el primer cuarteto, el poeta admite la realidad inexorable de la muerte. La muerte, a la que se alude mediante una referencia bien conocida, cerrar los ojos, aparece aquí como una sombra que apaga su luz y se le lleva, liberando su alma de afanes y sufrimientos.
En el segundo cuarteto, aun admitiendo que todos hemos de morir, manifiesta su resistencia hacia que lo máximo que pueda quedar de nosotros en este mundo sea la memoria, el recuerdo en los demás. Ese tránsito de la vida a la muerte se refleja aquí mediante la clásica imagen del barquero que nos cruza de una orilla a otra de la laguna Estigia. Pero el poeta está dispuesto incluso a que su alma enamorada, su “llama”, atraviese a nado las frías aguas, desafiando esa “ley severa” que dice que todos hemos de morir.
Los dos tercetos expresan esa resistencia a la muerte: desaparecerá el alma que fue prisionera del dios Amor y se convertirán en ceniza las venas y los huesos de ese cuerpo ardiente de amor, pero aun en esas cenizas el amor permanecerá.
El último verso constituiría, así, una síntesis de los dos tercetos y, casi, del soneto entero: “polvo serán, mas polvo enamorado”. Aun aniquilado por la muerte, seguiré enamorado, manifiesta el poeta.
En síntesis prosificada, el poema diría algo así como: sé que un día la muerte vendrá y, apagando la luz con su sombra, me llevará, lo que, en cierto modo, pondrá fin a mis sufrimientos; pero no me conformo con que lo único que quede de mí en este mundo sea el recuerdo; mi alma enamorada es capaz de resistir a la muerte, y, aunque mi cuerpo se destruya, mi amor pervivirá.
4.- Comentario de la forma, incluido el estilo
Se trata de un soneto, estrofa de 14 versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. La rima es consonante y su distribución es ABBA ABBA CDC DCD.
Podemos encontrar varias figuras retóricas. La más frecuente es el hipérbaton, disposición de los elementos de la oración sin respetar un orden sintáctico lógico. Así, distinguimos uno al comienzo del poema: “cerrar podrá mis ojos…” Y otro, mucho más brusco, entre los versos tercero y cuarto: “alma mía… lisonjera”. Ordenado lógicamente, el cuarteto quedaría: La postrera sombra que me llevare el blanco día podrá cerrar mis ojos y podrá desatar esta alma mía lisonjera hora a su afán ansioso.
También en el segundo cuarteto: “desotra parte en la ribera”, “nadar sabe mi llama”. Ordenado, quedaría como sigue: Mas [la postrera sombra] no dejará la memoria en donde ardía en la ribera desotra parte; mi llama sabe nadar la agua fría y perder el respeto a ley severa.
El primer terceto presenta asimismo hipérbaton: “prisión han sido”, “humor (…) han dado”, “han gloriosamente ardido”. Y en su orden lógico quedaría: Alma a quien todo un dios ha sido prisión, venas que han dado humor a tanto fuego, médulas que han ardido gloriosamente.
Finalmente, el segundo terceto resulta muy claro sintácticamente, pues únicamente se aprecian dos casos de hipérbaton suave: “su cuerpo dejarán”, “polvo serán”. Y así, quedaría: Dejarán su cuerpo, no su cuidado; serán cenizas, mas tendrán sentido: serán polvo, mas polvo enamorado.
Por otra parte, se aprecian algunas aliteraciones, tales como la repetición del sonido /s/ en el cuarto verso,
hora a su afán ansioso lisonjera (v. 4)
o del sonido /r/ en todo el segundo cuarteto:
Mas no desotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.
También se observa cierta tendencia hacia un sonido vocálico determinado en algunos versos. Así, por ejemplo, hacia la /a/ en
nadar sabe mi llama la agua fría (v. 7)
hacia la /e/ en
y perder el respeto a ley severa (v. 8)
y hacia la /o/ en
alma a quien todo un dios prisión ha sido (v. 9)
Hay una clara estructura paralelística en los tres versos del primer terceto:
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
En ellos se repite el esquema sintáctico: sustantivo+oración subordinada relativa, con alguna variante entre la construcción de estas, pues en la primera se intercala el sujeto entre la conjunción y el verbo, en la segunda el complemento directo y en la tercera un adverbio de modo.
Y también se aprecia un paralelismo entre los tres versos del segundo terceto:
Su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado.
Cada uno de ellos tiene dos miembros, en el primero de los cuales se encuentra un verbo en futuro, que tienen una relación adversativa entre sí (en el primer verso estaría elíptica la conjunción “mas”, pero se entiende por el sentido).
Pueden considerarse epítetos los adjetivos que califican, en el segundo cuarteto, a los sustantivos agua y ley: “agua fría” y “ley severa”. Y es que las aguas de los ríos y lagunas (la referencia del poema es a la Estigia) suelen ser frías, y las leyes, por beneficiosas que sean, acostumbran a ser severas.
Encontramos también términos empleados en sentido figurado. No puede hablarse de metáforas propiamente dichas, sino más bien de imágenes comunes que hacen referencia a realidades abstractas. Así, por ejemplo, “cerrar los ojos” por morir (v. 1), “postrera sombra” por muerte (v. 1-2), “llama” por alma (v. 7).
El poema está construido fundamentalmente con oraciones compuestas, que, sumadas al hipérbaton presente en la mayoría de ellas, hacen que su comprensión no resulte sencilla. Predominan las de carácter adversativo: el segundo cuarteto se enlaza con el primero mediante la conjunción “mas”, y el segundo terceto, como ya se ha indicado, está compuesto por tres versos que constituyen tres oraciones adversativas, si bien la primera de ellas tiene elíptica la conjunción “mas”.
En resumen, el autor utiliza un estilo culto, y aunque el lenguaje puede parecer claro en cuanto a la forma (no hay un vocabulario rebuscado o dificultoso), el poema no resulta tan sencillo en cuanto al contenido.
5.- Comentario del contenido
Al tratarse de una reflexión sobre el amor y la muerte (especialmente la corporal), en este soneto predomina el vocabulario perteneciente a estos dos campos semánticos:
- Pasión amorosa: “afán ansioso” (v. 4), “ardía” (v. 6), “llama” (v. 7), “prisión” (v. 9), “fuego” (v. 10), “ardido” (v. 11), “enamorado” (v. 14).
- Muerte: “cerrar (…) mis ojos” (v. 1), “alma” (v. 3 y 9), “ley severa” (v. 8), “venas” (v. 10), “médulas” (v. 11), “cuerpo” (v. 12), “ceniza’ (v. 13), “polvo” (v. 14)…
Desde el punto de vista semántico, el poema se organiza en tres partes:
- En el primer cuarteto, se plantea la aceptación de la muerte, con un verbo poder en futuro, que da idea de lo inexorable de la misma: sé que he de morir.
- En segundo cuarteto, el poeta manifiesta su resistencia a esta “ley severa”, con una conjunción adversativa “mas” y un verbo saber en presente, que expresa casi un desafío: pero no le debo ningún respeto a la muerte.
- Los dos tercetos constituyen una explicación del desafío: mi amor permanecerá por siempre. Los futuros indican la certeza de lo que ha de suceder, la aniquilación del cuerpo, pero a la vez la perduración del amor, triunfando sobre la muerte.
(comentario extraído del blog https://trabajosdeliteratura.wordpress.com/2016/04/25/comentario-2-0-de-un-soneto-de-quevedo/)
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